Friday, May 13, 2011

1823-1830: el debate

historiográfico

Introducción

En el presente trabajo titulado “1823-1830 el debate historiográfico”, pretendo abordar los distintas posiciones o miradas respecto al periodo histórico que se extiende desde la abdicación del Director Supremo Don Bernardo O´Higgins hasta el triunfo definitivo en la batalla de Lircay (17 de abril de 1830) de los grupos conservadores sobre los llamados pipiolos o liberales. El objetivo que persigue mi investigación esencialmente es intentar comprender la importancia que significo el periodo arriba señalado para el proceso de la construcción del Estado en el Chile decimonónico.

La forma o más bien la metodología que empleare en mi investigación básicamente se puede resumir como del tipo de análisis comparativo de fuentes, es decir de comparación de interpretaciones historiográficas. En este sentido, estudiare tanto las posiciones tradicionalistas conservadoras (Jaime Eyzaguirre) como también las más liberales (Gabriel Salazar, Luis Vitale etc.). De este modo, el desarrollo de mi trabajo consistirá fundamentalmente en la contrastación de los hechos o hitos históricos más importantes identificando a su vez a los actores involucrados en los mismos, para así de esta manera armar un cuadro que me permita emitir un juicio coherente respecto al periodo estudiado.

Desarrollo

Acerca del debate historiográfico


Resulta un tanto difícil debatir acerca del periodo transcurrido entre los años del fin del gobierno de O´Higgins (1823) y la posterior instalación de la llamada republica conservadora (1830), esta problemática a mi modo de ver las cosas es el resultado inmediato de la aceptación (prácticamente absoluta) y a la vez reproducción (tanto por historiadores como también por parte de nuestro sistema educativo) de las visiones históricas entregadas por la tradición conservadora. Así Vitale (1967), historiador marxista, sostiene que “la tradición conservadora del siglo pasado ha sido reforzada en el presente por Encina y, especialmente por su padre ideológico Alberto Edwards” (p. 39). De este modo, se consolido definitivamente en el tiempo una visión que veía únicamente caos y desorden en periodo en cuestión.

¿Pero porque crear dicha imagen? Según Vítale (1967) “detrás de la caracterización de anarquía…hay una intencionada deformación histórica. El termino anarquía, divulgado peyorativamente para designar una importante etapa de nuestro pasado nacional, fue impuesto por la tradición conservadora que triunfo en Lircay, con el objetivo de descalificar el periodo” (p. 39). Ahora, debemos preguntarnos si realmente existió un periodo de anarquía en la historia de Chile como lo afirma el historiador Mario Góngora al señalar que “a partir de 1830, después del brevísimo periodo caótico de 1823-1830, el Estado nacional se consolida por largo tiempo” o más bien existió un periodo de aprendizaje republicano como lo señala el historiador inglés Simón Collier (2003) “fundamentalmente, se buscaba la fórmula política que garantizara el orden y la libertad dentro de un régimen constitucional estable y solido…Esos años fueron una especie de aprendizaje para la clase política chilena, un aprendizaje valioso a pesar de su fracaso posterior”(p. 28) o quizás como lo sostiene más arriba Vitale existió una deformación histórica del periodo en estudio por parte de los investigadores de fines del siglo XIX.

Para intentar resolver dicho dilema de interpretación histórica, a continuación estudiaremos en detalle tanto el contexto histórico como también los hitos más relevantes del periodo en cuestión, para así de este modo intentar llegar a una conclusión seria que nos permita hablar acerca de si es factible hablar de un periodo de anarquía o más bien de una etapa de aprendizaje republicano.

Contexto socioeconómico post guerra de independencia

No es ninguna novedad señalar que la guerra de emancipación prácticamente paralizo los sistemas productivos de la economía chilena, en relación a esto Villalobos (1995) señala que “desde que estallo la lucha armada, los puertos del Perú quedaron cerrados para el comercio chileno…la irrupción provoco un serio trastorno en la agricultura chilena”. Asimismo, además de la inexistencia de mercados inmediatos para exportación de los productos agrícolas nacionales, las constantes campañas militares tanto realistas como patriotas prácticamente acabaron con la producción agrícola nacional. Por otra parte, el desarrollo de la guerra de independencia llevo a los campos una sensación de ausencia de la autoridad, la cual permitió según Villalobos (1995) “un ambiente propicio para que las bandas de desertores, vagabundos y ladrones recorriesen los campos robando a su antojo y cometiendo toda clase de bellaquerías” (p. 4119).

Al negativo cuadro arriba señalado debemos agregarle que con el triunfo patriota en la batalla de Maipú y la posterior declaración de la independencia de Chile (1818) no se terminaron los enfrentamientos armados entre las fuerzas patriotas y realistas, pues como sabemos los enfrentamientos solo se trasladaron al sur donde se inicio la denominada guerra a muerte (1819-1921) para luego proseguir la lucha finalmente en la isla grande de Chiloé. Con la descripción anterior queremos mostrar la difícil situación que debieron enfrentar los gobiernos que sucedieron a la abdicación del Director Supremo Don Bernardo O´Higgins, en palabras de Eyzaguierre (1977) “era imposible gobernar con un erario falto de recursos para el pago de la burocracia y el ejercito…” en este mismo sentido Vítale agrega “la crisis económica produjo graves problemas sociales. La desocupación alcanzó caracteres crónicos durante las décadas de 1810 a 1820” (p. 40).

Contexto político post abdicación de O´Higgins


A continuación nos preocuparemos de revelar el ambiente que se desarrollo durante el periodo en cuestión (1823-1830), para así, de este modo llegar a poder establecer un juicio con autoridad que nos permita determinar si es correcto hablar de un periodo de anarquía o simplemente de una necesaria de etapa de aprendizaje(ensayo-error) republicano.

Como ya lo hemos venido comprobando las fuentes historiográficas nos entregan distintas miradas respecto al asunto en cuestión. En este sentido, al poco andar nos encontramos con afirmaciones tan distintas como las de Salazar (1999) quien señala que “el modo de funcionamiento político que espontáneamente se adopto tras la caída de O´Higgins (cabildos, asamblea provinciales y congreso nacional) era, en sí mismo, un orden constitucional” (p. 193) y las de Luis Galdámez quien sostiene que lo que sucedió después de su alejamiento[el de O´Higgins] del poder tuvo los caracteres de una lucha abierta entre dos tendencias que dividieron a la aristocracia nacional” (360), Vítale (1967) más cercano a la posición adoptada por Luis Galdámez indica que “se abrió entonces un periodo de lucha entre las facciones burguesas por el control del aparato del Estado”(p. 40), por otra parte Collier (2003) señala que se vivía un clima de libertad, de tolerancia política, pero también de incertidumbre de creciente pasiones políticas, y una tendencia a la indisciplina administrativa y militar” (p. 28), por último Villalobos (1995) dice que “El cuadro de la época se hace explicable y coherente si se parte de una consideración muy simple: es el resultado de todos los problemas acarreados por la independencia, así económicos, sociales, ideológicos y políticos”(p. 405). A nuestro entender y de acuerdo a las anteriores citas podemos establecer que, el ambiente innegable de incertidumbre y caos que apareció durante la época en cuestión se debió en gran medida a las consecuencias propias de una región que venía saliendo de una guerra interna y al mismo tiempo que externa. Por otra parte, también creemos necesario tener en cuenta que el desafío de construir un Estado para una elite sin mayor experiencia política era un paso bastante grande y claro está, que la problemática a la cual se enfrentaban la elite criolla no era un detalle menor. Según palabras de Villalobos (1995) “cuando las mentes habían sido formadas en la veneración de la soberanía monárquica” (p. 449) resultaba tremendamente difícil que llegaran a asimilar de la noche a la mañana los nuevos conceptos republicanos (soberanía popular, republica representativa etc.) que apenas se manejaban en la teoría.

En relación a lo anterior, a continuación nos fijaremos en las distintas apreciaciones que nos entregan los investigadores acerca de los conflictos políticos intra elite post abdicación de O´Higgins que terminaron empujando a la elite local al primer enfrentamiento armado(entre conservadores y liberales ) por el control del aparato del Estado. El objetivo que buscamos con este ejercicio es básicamente identificar a los actores involucrados poniendo a la vez especial atención en las diferencias que los llevaron al enfrentamiento armado de finales de la década del veinte.

Lo primero que tenemos que tener en cuenta al momento de analizar los conflictos al interior de la elite criolla y que generalmente la historiografía tradicionalista (la que popularizara el concepción de anarquía al referirse al periodo en cuestión) omite, es que esta (la elite local) venia saliendo recientemente de una profunda división provocada por la guerra de independencia. En este mismo sentido, posterior a la abdicación de Bernardo O´Higgins nos encontramos con una situación bastante complicada, si consideramos que había que construir un Estado con una elite política nacional profundamente dividida. Por un lado se encontraban los grupos conservadores (pelucones) ligados más a un pasado colonial, quienes según palabras de Villalobos (1995) creían que” como grupo rector de la sociedad, estimaban que el mando le pertenecía y que el país debía ser dirigido de acuerdo con sus concepciones” (p. 428). Concepciones de administración estatal que según palabras de Galdámes (1993) "defendían un gobierno centralizado, oligárquico y fuerte. (p. 360). Y por otro lado se hallaban los grupos más liberales denominados peyorativamente por sus opositores(los pelucones) como pipiolos, quienes según Salazar(1999) “fueron desde el principio la expresión directa del orden político espontaneo surgido tras la caída de O´Higgins…proyectaron a nivel nacional la soberanía de los pueblos….se opusieron al centralismo tributario, mercantil y administrativo que asolaba a las provincias…eran más provincianos que capitalinos y mas plebeyos que patricios” (p. 194), en un tono cercano al de Salazar, Galdámes (1995) indica que la corriente del pipiolismo “propagaba una identificación con los ideales republicanos y la vigencia de las libertades públicas (p. 360). De manara similar al de Gabriel Salazar, Vítale (1967) señala que la contradicción fundamental del periodo 1823-30 no fue la disputa puramente formal entre pipiolos y pelucones, como se ha afirmado, si no la lucha de las provincias contra el centralismo de la capital. (p. 41).

Como acabamos de ver, las fuentes arriba citadas nos confirman que estamos no solo ante dos posturas políticas que se oponen profundamente en sus proyectos acerca de la organización del Estado, sino que también ante un conflicto de tipo centro-periferia que según Vítale(1 “representa una profunda pugna de intereses de clase” (p. 41).

Finalmente, nos resta tocar el tema relacionado con el ambiente de desorden que dio lugar a las calificaciones de anarquía al periodo transcurrido entre 1823 a 1830. Autores como Vitale(1967) sostienen que “la inestabilidad política de 1823 a 1830, condicionada por la crisis económica fue el reflejo de una lucha por el poder entre fracciones que aun no representaban a fuerzas burguesas consolidadas” (40), por otra parte investigadores como Villalobos(1995) advierten una cierta ingenuidad en la elite criolla al pensar que “solo era necesario trazar una política adecuada, organizar el estado, garantizar los derechos individuales y difundir la cultura para que el pueblo chileno alcanzase el bienestar y la dicha (p.419), más adelante agrega que “la época tenia demasiada confianza en el poder de la ley. Creían que con ella se podía transformar a la sociedad y a la vez modelarla, desarraigando prejuicios y viejas costumbres y aun más ejercer un poder moralizador. (419). Por último autores como Eyzaguirre (1964) advierten que la culpa del desorden de la época fue netamente culpa del gobierno al señalar que “frente a los motines el gobierno se mostro blando. Si por rara excepción se llego a fusilar a algún suboficial o uno que otro soldado, la mayoría de las veces el indulto y la tolerancia dejaron en completa impunidad a los altos jefes culpables (p. 469).

A nuestro parecer, en relación lo anterior destacamos el aporte entregado por Sergio Villalobos al considerar la ingenuidad e inexperiencia política de la elite local como factor principal para el desarrollo de un ambiente un tanto caótico. Por el contrario, en la afirmación de Jaime Eyzaguirre encontramos una cierta justificación a la posterior política autoritaria aplicada en llamada republica conservadora.

Finalmente, y a modo de adelanto de nuestra conclusión nos quedamos con las palabras de Villalobos “los tropiezos y caídas eran, sin embargo, más que el precio pagado al dar los primeros pasos de la vida independiente, y que de ninguna manera se hubiese podido obviar” (p. XX), que sintetizan bastante bien nuestra percepción respecto al periodo estudiado.


Conclusión

Después de estudiar detenidamente las fuentes historiográficas que se refieren al periodo que se inicia con la abdicación del Director Supremo Don Bernardo O´Higgins (en el año 1823) y que se extiende hasta el triunfo de las fuerzas conservadoras en la batalla de Lircay (en el año de 1830) sobre las tropas pipiolas o liberales, creo estar en condiciones suficientes para emitir un juicio con autoridad respecto al periodo recién señalado.

En primer lugar, considero absolutamente errado denominar como anarquía el periodo en que se desarrollaron distintas instancias (elaboración de constituciones, ampliación de la participación electoral) que a mi parecer buscaban darle una dirección a nuestro naciente Estado. En su lugar, prefiero referirme a él como una necesaria etapa de aprendizaje republicano por la cual debía pasar obviamente una elite que no poseía ninguna experiencia anterior en la construcción de un Estado, en otras palabras creo que dicho periodo resulto ser fundamental en el sentido que permitió llevar a la práctica las teorías republicanas europeas y norteamericanas.

En segundo, creo que referirse al periodo en cuestión como una época caótica y oscura en donde no se desarrollaron mayores avances para la construcción del Estado, simplemente denota la incapacidad por parte de un sector de nuestra historiografía de contextualizar las acontecimientos ocurridas dentro de un cuadro histórico global. De acuerdo a lo anterior, considero que las dificultades sucedidas en el periodo en cuestión respondieron a la inexperiencia de la elite local y así como también a las consecuencias socioeconómicas producidas por la guerra de independencia.

Por último, considero que la falsificación histórica del periodo en cuestión por parte de la historiografía más conservadora de nuestro país, indica claras intenciones tendientes a justificar el establecimiento del llamado Estado portaliano a través del empleo de la fuerza (revolución de 1829). Situación que me parece muy similar a la ocurrido posterior al golpe de estado de 1973, en que reconocidos historiadores como Gonzalo Vial Correa buscaron justificar la el uso de la fuerza militar con el discurso que invocaba el desorden o anarquía.

Friday, November 28, 2008

SER JOVEN Y NO SER REVOLUCIONARIO ES UNA CONTRADICCION HASTA BIOLOGICA
“Salvador Allende Gossens”

Los jóvenes históricamente hablando se han caracterizado por la rebeldía que pareciera estar en su genes y que al parecer con el paso del tiempo van perdiendo. Este espíritu que los arrastra siempre en búsqueda de sentirse mas libres, los ha llevado en múltiples ocasiones a intentar transformar el sistema en que se sienten marginados. Es cierto fue durante los locos años 60 en que los jóvenes comenzaron a adquirir un protagonismo mas relevante en comparación a años anteriores, esto no quiere decir que antes no jugaran importantes roles en hechos históricos destacables.
Si buscamos en los libros de historia de chile vamos a encontrar a muchos jóvenes que han entregado su vida, ya sea por sus ideales o por los intereses de su patria amenazada por intereses extranjeros. Es el caso del Lautaro, joven caudillo mapuche que fue nombrado Toqui en una asamblea integrada por lonkos de distintas comunidades aliadas para enfrentar al español invasor en la larga guerra de Arauco. Si seguimos avanzando por nuestra historia y nos datemos un momento en el periodo de la independencia nos encontraremos con muchos jóvenes criollos como los hermanos Carreras, Bernardo Ohiggins y Manuel Rodríguez que empapados por las nuevas ideas de la ilustración puestas en practica primero en la independencia de Estados unidos(1776), luego en la revolución francesa(1789), encabezaran el movimiento criollo que se rebelara contra el poder español que consideran injusto y opresor. Es incuestionable que gracias a estos jóvenes que entregaron la vida en los campos de batalla Chile consiguió librarse del paternalismo español. Y como no recordar también a los a los 77 jóvenes entre 16 y 18 años caídos en el combate de la Concepción, durante la guerra del pacifico o los jóvenes muertos en la masacre del seguro obrero en septiembre de 1938.
En cuanto a la intervención electoral de los jóvenes a través de nuestra historia es necesario tener en consideración que recién formada nuestra republica el sistema electoral era bastante poco participativo ya que imperaba el régimen electoral censitario que exigía requisitos como ser mayor de 21 años, saber leer, tener un patrimonial económico considerable etc. Este sistema que limitaba la participación ciudadana estuvo vigente hasta 1874 en que se reemplazo por el voto universal, el que seguía exigiendo la condición de ser mayor de 21 años a los jóvenes interesados en sufragar. Fue recién en el año 1970 cuando los jóvenes de entre 18 a 21 años votaron por primera vez y tuvieron un peso importante en los resultados, en los que salió elegido Salvador Allende. Tradicionalmente vinculados a la fuerza liberadora y rebeldía, eran en aquellos años actores y protagonistas indiscutidos de la actividad política en partidos y organizaciones sociales. Con el golpe militar, fueron los jóvenes la población más golpeada por la dictadura. El 62% de víctimas reconocidas oficialmente entre muertos y desaparecidos tenían entre 16 y 30 años.
En conclusión con los antecedentes anteriormente mencionados podemos afirmar que los jóvenes históricamente hablando han sido actores trascendentales en muchos procesos importantes de nuestra historia de chile.